Patricia Núñez - Adjunta del departamento san jerónimo del partido justicialista
Si Dios lo llevase del mundo a Perón antes que a mí yo me iría con
él,
porque no sería capaz de sobrevivir sin él, pero mi corazón se quedaría con
mis descamisados, con mis mujeres, con mis obreros, con mis ancianos, con mis
niños para ayudarlos a vivir con el cariño de mi amor: para ayudarlos a luchar
con el fuego de mi fanatismo; y para ayudarlos a sufrir con un poco de mis
propios dolores. Porque he sufrido mucho; pero mi dolor valía la felicidad de
mi pueblo... y yo no quise negarme -yo no quiero negarme- yo acepto sufrir
hasta el último día de mi vida si eso sirve para restañar alguna herida o
enjugar alguna lágrima” Mi voluntad suprema, 1952, Eva Perón
Fue un sábado el día 26 de julio de 1952 cuando murió Eva. Era la
compañera de Perón, mujer de pueblo, joven y bella. Desde su primer aparición
política ofreció algo nuevo y conmovedor, y también impetuoso y apasionado. Los
enemigos del cambio se resistían a la seducción de su sola presencia; el pueblo
encarnaba en ella sus mejores sueños.
Los indiferentes creían que pronto se cansaría, porque su ritmo de
trabajo era intenso. Pero esta mujer cada día asumía más responsabilidades,
atendía a mayores sectores de la población, proyectaba nuevas creaciones, y
llego así, en forma perseverante, a convertirse en un ídolo de las masas
obreras, de las mujeres y los niños de todo el país.
Eva Perón viajaba por todo el territorio argentino, y derramaba
simpatía y auxilio; organizó una Fundación sobre bases novedosas, atendió en la Secretaría de Trabajo y
Previsión a los que más necesidades tenían; fundo hospitales, escuelas y
hogares, proveedurías para la gente humilde y un gran partido femenino cuya
pujanza se advirtió de inmediato en las elecciones generales.
El pueblo la llamaba Evita, la compañera Evita. Ella era combativa
y de una fortaleza arrebatadora y el pueblo la hizo suya. Con Eva Duarte
desaparece una mujer extraordinaria que mantuvo, durante siete años junto a
Perón, el entusiasmo popular por los principios del Justicialismo, con su
generosa y persistente labor, sin descanso.
El 26 de julio de 1952 desapareció un símbolo de la mujer
argentina; perdió el pueblo a quien mejor lo comprendía y amaba, y el país
sufrió ese sábado uno de sus más grandes dolores.
Recordemos hoy la figura de Eva Perón, Evita es de todos los
argentinos y argentinas. Recordémosla con orgullo y emoción; su entrega fue
total, hasta los últimos días de su corta pero luminosa vida.
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